Los humedales son un mitigador natural de los efectos del cambio climático al actuar como sumideros de carbono. Cuando uno de estos ecosistemas se degrada, ocurre lo opuesto: pasan a ser emisores de gases de efecto invernadero que aceleran el cambio climático e intensifican sus consecuencias como las sequías extremas y la desertificación.
“Los humedales desaparecen más rápido que los bosques, aún cuando capturan más carbono que los bosques. Pero no se aprecia su valor. Se los usa como tierras de descarte y eso tiene severos efectos negativos”, había dicho anteriormente Ana Di Pangracio, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, en el marco de los plenarios por la Ley de Humedales en Argentina.
Uno de los tipos de humedales con mayor carga de servicios ecosistémicos son las tuberas, y se caracterizan por la acumulación de material orgánico en la superficie. Desde los informes de Ramsar se desprende que, aunque solamente ocupan un 3% de la superficie del planeta, contienen el 30% del carbono almacenado en la tierra.
Anteriormente, se creía que Asia era la región con mayor cantidad de tuberas, pero gracias a investigaciones del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) y otras instituciones relacionadas, se sabe que este puesto corresponde a América del Sur por concentrar el 44% de estas superficies distribuidas principalmente entre Perú, Ecuador, Argentina y la Amazonia brasileña.